Consejos

El Pediatra

Fuentes: Asociación Española de Pediatría // 30.01.2019

La formación de los dientes comienza antes del nacimiento del bebé, desde la 5ª-6ª semana de embarazo. Primero se forman los dientes temporales o "de leche" y poco antes del parto comienzan a desarrollarse los definitivos.
La alimentación y la salud de la madre durante el embarazo pueden influir en los dientes temporales.Las medicaciones o las enfermedades de los bebés en ocasiones repercuten en la formación del esmalte de los dientes permanentes.
La erupción dentaria es un proceso prolongado en el tiempo, que va desde que comienza a formarse el diente hasta que ocupa su lugar en la arcada dentaria.
La emergencia dentaria, es la aparición del diente en la boca.


Los dientes temporales
Son aquellos que se van a perder durante la infancia, siendo sustituidos por los permanentes. En total son 20 piezas, de los cuales a 8 se les denomina incisivos, 4 son caninos y 8 son molares. En la dentición temporal nunca hay premolares.
Se les llama dientes de leche porque son más blancos y porque comienzan a emerger a la edad en que el bebé se alimenta habitualmente con leche materna.
El momento y el orden en que emergen los dientes temporales tienen una gran variabilidad. Normalmente, todos los dientes temporales salen antes de que el niño cumpla los 3 años.
Frecuentemente, los primeros dientes que salen son los incisivos centrales inferiores. Las alteraciones en la secuencia de aparición de los dientes se consideran variaciones de la normalidad. Así que no hay que preocuparse por que no sigan el orden habitual.

Dientes permanentes
En total, cuando están presentes los terceros molares, también denominados cordales o muelas del juicio, son 32: 8 incisivos, 4 caninos, 8 premolares y 12 molares.
Cada diente temporal se recambia por su homólogo permanente, excepto los molares temporales que se sustituyen por los premolares. Los molares permanentes emergen en la zona posterior de la arcada dentaria, sin que exista un predecesor temporal.
Aunque existe una gran variabilidad personal, lo más habitual es que el primer diente definitivo que emerja sea el primer molar o el incisivo central inferior.
Los primeros molares y los incisivos centrales y laterales salen entre los 6 y los 8 años; los caninos permanentes, premolares y segundos molares permanentes entre los 9 y los 12 años. La muelas del juicio erupcionan después de la infancia.
Desde que salen los primeros dientes se debe actuar para protegerlos. Por un lado disminuir los azúcares en contacto con los dientes y por el otro mantener una higiene adecuada, cepillando los dientes.

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Fuentes: En familia AEP // 23.10.2018

Cuando un niño/a está enfermo necesita descanso. Es preferible que se quede en casa mientras dure la enfermedad, jugando tranquilamente, leyendo cuentos y realizando la actividad que desee. Puede que no duerma bien por la noche, y que prefiera dormir durante cortos periodos de tiempo durante el día, coincidiendo con los momentos en que esté cansado y no se encuentre bien.

Cada niño/a puede tener necesidades diferentes. Algunos prefieren estar en la cama, y otros en el sofá o moviéndose por la casa. Es recomendable que la habitación no esté muy caliente, abrir las ventanas para ventilar y mantener una higiene adecuada.

En los primeros días puede que no quiera comer. No hay que empeñarse en que tome alimentos a menos que el niño lo desee, ya que de forma progresiva suelen recuperar el apetito. Conviene que beba líquidos para que esté hidratado (agua, zumos, caldos, infusiones). Cuando tenga apetito se le pueden ofrecer pequeñas porciones de alimentos y líquidos nutritivos como la leche.

El cuidado de un niño enfermo conlleva mucho cansancio a los padres. Es recomendable buscar apoyo y tratar de descansar. Y recordar que no hay que tumbarse en el sofá y dormirse con un bebé, incluso aunque ambos estén muy cansados.

Muchas enfermedades, como la gripe y los catarros, se curan por sí solas con las medidas habituales. No hay que utilizar antibióticos a menos que el médico lo recomiende, y recordar que los medicamentos anticatarrales no se deben utilizar en los niños pequeños.

Para aliviar el malestar se pueden utilizar los antitérmicos y analgésicos habituales como el paracetamol y el ibuprofeno. Se evitará la aspirina en los niños menores de 18 años.

Conviene seguir las recomendaciones de los profesionales sanitarios hasta la recuperación y en cualquier caso permanecer en casa al menos hasta 24 horas después de que la fiebre haya desaparecido.

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25.07.2018

Hace ya un mes que los niños han empezado el curso escolar. Los más pequeños incluso pueden que algunos días más. Los primeros mocos, resfriados, y virasis en general ya hace días que llegaron para instalarse a pasar calentitos el otoño y el invierno. También las primeras bronquitis y problemas respiratorios. En la última semana ya hemos tenido dos ingresos por infección por el virus respiratorio sincitial (VRS), la "bestia negra" del invierno pediátrico.

La presencia de mocos en las narices (y bocas, y ojos, y gargantas) de los niños es un tema recurrente en las consultas. También por esta página me he referido en diversas ocasiones a ellos. A menudo le digo a las familias, que mejor que los ignoren un poco: fácilmente su hijo pequeño va a tener mocos una gran parte de la temporada, así que es mejor intentar llevar la convivencia lo mejor posible.

Los mocos son muy pesados. En sus momentos álgidos, no dejan respirar, no dejan comer, no dejan casi hablar, y hacen toser. Los niños están más irritables, a veces están hartos (y los padres también!). 

Pero son solo mocos. 

Los mocos no son peligrosos. 

En realidad son la forma que tienen nuestros orificios respiratorios de defenderse de los ataques. Y en la mayoría de casos los mocos lo que hacen es crear una barrera que impide que los gérmenes exploren territorios más profundos.

Uno de los principales miedos de los padres es que los mocos "les bajen al pecho". En realidad la "bajada al pecho" tiene más relación con la capacidad virulenta del germen en cuestión y de las características del niño (su predisposición "natural" a hacer bronquitis o a no hacerla) que de la presencia o no de mocos. De esta manera, de entre todos los niños que tienen mocos, unos tendrán mocos y nada más y otros tendrán mocos y más adelante bronquitis, bronquiolitis o hiperreactividad bronquial sin que podamos en realidad hacer nada para que la evolución a la vía respiratoria baja siga su curso. Medicar con ese objetivo no tiene demasiado sentido....

Así que ante la pregunta de si se puede hacer algo para evitar que los mocos "bajen al pecho", la realidad es que no.... Lo mejor siempre es la prevención primaria, es decir, evitar que los virus entren en contacto con los niños -algo difícil en convivencia, cierto-.

Ante los mocos, lo más eficaz es una higiene con suero fisiológico y cuando vayan a dormir, elevar un poco el cabezal de la cama para facilitar que respiren mejor. En el caso de bebés pequeños puede ser útil fraccionar la alimentación. Si la tos empeora o se hace más constante, si aparece fiebre elevada y sobretodo dificultad respiratoria (una vez tenemos la nariz limpia), es momento de consultar al pediatra. En el resto de los casos....si no puedes con tu enemigo, únete a él.

Otros consejos:

- Vacunaciones al día

- Lavado de manos frecuente

- Cambiar con frecuencia toallas (especialmente en centros escolares)

- Lavado frecuente de juguetes utilizados por varios niños

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